Las bellas vistas, las imágenes que atrapan el alma de una ciudad, nos transmiten la emoción de la naturaleza o nos llenan de recuerdos que mezclan lugares históricos con nuestra propia felicidad.
Lo que conocemos como “postales” de la ciudad son una parte original de la experiencia viajera.
Las vedute venecianas comenzaron como un género humilde, propio de los artesanos de la pintura que vendían a los viajeros las estampas más significativas de la República Serenísima: los canales, los mercados en la piazzas o la Basílica de San Marcos aparecían retratados con maestría; los detalles de la arquitectura junto a las escenas cotidianas que sucedían en estos paisajes hacían de las vedute un recuerdo muy valorado.
Los maestros de la pintura pronto se sumaron a un género que entró en la historia del arte com una herramienta para conocer costumbres, paisajes y orografía.
Las vistas en Compostela son uno de los grandes recuerdos que os lleváis. Una ciudad con proporción humana y alma divina que os enseña alguna de los paisajes para una vida. Os dejamos los cinco que más nos gustan.
El recuerdo puede presentarse de repente, uno mira desde la ventana de su apartamento.
1 Vista desde Monte do Gozo
Una panorámica de para la historia, una vista grabada en los mapas. La cima del Monte do Gozo servía de mirador a los peregrinos que alcanzaban Compostela siguiendo el Camino Francés. Incluso una escultura de bronce que representa a dos peregrinos celebrando que pronto llegarán a Santiago nos habla de la importancia de esta vista, aunque hoy en día nos resulta algo lejano el
júbilo que debían sentir al ver las torres de la Catedral tan cerca después de haber pasado por todas las penalidades que nos podamos imaginar.
Está claro que el Camino de Santiago ya no es una experiencia calamitosa pero la emoción que mueve esta vista permanece.
2 Vista desde Belvís
La toponimia nos sirve de guía para saber algo de los sitios en los que estamos; Belvís bien puede ser un apócope para Bela Vista, y así es: una vista para un perfil mágico, siempre dominado por las torres de la Catedral y que nos enmudece bajo la luz del luscofusco.
Al este de la ciudad sobre una suave colina, nos encontramos con una vista mansa del perfil de la zona monumental de Compostela junto a los edificios de la zona nueva.
La suave transición entre estilos bajo la luz tenue del atardecer es una vista imprescindible. Además de un parque, tenemos miradores tanto en el convento de las Clarisas como en el Seminario Menor: una pequeña joya en la
que podemos disfrutar de la magia de Santiago sin aglomeraciones.
3 Vista desde tejados de la Catedral
Aunque en el momento de publica este post, las obras de restauración están a punto de acabar, las visitas a las cubiertas de la catedral están aún restringidas. Es el punto más alto de Santiago de Compostela y, desde luego, tenemos una vista la ciudad que no podemos tener en cualquier otro lado.
El paseo por las cubiertas forma parte de las visitas al palacio arzobispal.Los guías explican cómo la catedral se convirtió en fortificación militar después de sufrir varias revueltas populares. No solo disfrutamos de la atalaya compostelana: entendemos más la historia de la ciudad, la relación del pueblo y los canónigos y la importancia del edificio más allá de lo religioso.
4 Vista desde el Parque da Alameda
Puede ser que sea la vista más conocida de Compostela, pero es que no es para menos. El parque de la Alameda es el espacio verde más querido por los compostelanos y un entorno construido por tres espacios: pase de la Alameda a la carballeira de santa Susana, donde antiguamente se celebraban ferias de ganado, y el paseo da Ferradura o de los Leones.
Es en este espacio donde encontramos una vista de la fachada del Obradoiro que se convirtió casi en la vista por excelencia de la ciudad. Cientos de fotos de bodas, bautizos, comuniones, visitas de mandatarios e incluso una estatua de Valle-Inclán contemplando las vistas nos indican que aquí, sí, está es la auténtica vedute compostelana.
5 Vista de la fachada del Obradoiro desde Inferniño Apartamentos
La última vista, la estampa única, tiene una ventaja: es solo para vuestros ojos. El Apartamento 5 de los apartamentos del Inferniño guarda una sorpresa: solo desde aquí y desde la Habitación Real del Hostal dos Reis Católicos vais a tener una perspectiva de la fachada de la Catedral y de la Praza do Obradoiro.
La obra del arquitecto Casas Novoa merece una revisión pausada porque el barroco, el segundo gran estilo de la ciudad, es ante todo sorpresa y juego. Novoa aprovechó la decadente fachada medieval para proponer una obra que juega con la verticalidad y que está llena de minúsculos detalles escultóricos que componen una gran narración, a la vista de todos los que quieran entender.
Desde la galería del apartamento 5 vemos la torre central, coronada por una escultura del Apóstol vestido de peregrino, coronando un juego de volúmenes y esculturas.
A ambos lados, las torres que hemos visto antes y que dominan la ciudad: la Torre de las Campanas y la Torre de la Carraca, que tiene en su parte superior un dispositivo de madera y metal en forma de aspa, que al girar produce un ruido seco. Su fúnebre sonido era utilizado el Viernes Santo, cuando
no se podían tocar las campanas.
Podéis descubrir a tantos personajes míticos y reales esculpidos en esta impresionante fachada, una narración del pasado que se os presenta mientras disfrutáis de la calma del apartamento 5 del Inferniño.